LA PRINCESA PERDIDA CAPÍTULO 1

-Bella, cariño ¿me ayudas?- le dijo la madre a su hija.
-Ya voy mamá

Bien, la historia que os contaré ocurrió hace mucho tiempo, en un reino de la antigua Mesopotamia.
Allí vivía la protagonista de nuestra historia, una chica llamada Bella. Como su propio nombre indica, era una niña muy hermosa. Sus ojos eran verde lima y su cabello oscuro y de seda. Su clara piel hacía resaltar sus labios finos y sus claras pecas adornaban sus mejillas.

En ese entonces, la pequeña tenía doce primaveras, pero seguía siendo dulce y obediente a su madre, a la que tomaba como una persona ejemplar. Su madre, de la que había heredado su amable carácter y belleza, había luchado por mantener a sus siete hijos. No disponía de muchos medios, pues, como ya le había relatado a su insistente hija, la única persona a la que había amado la abandonó con siete hijos  a su cargo.

-Dime mamá- le contestó ya en la estrecha cocina a su madre.
-Bella, dile a tus hermanos pequeños que dejen de saltar sobre el diván.

En efecto, Bella y su madre eran las únicas mujeres de su casa, el resto eran varones. Bella se encargaba de velar por sus hermanos de siete, seis y tres años. Los otros tres varones eran más mayores: 16 y 14 años. Estos últimos eran mellizos.

-Chicos, bajad del diván- les ordenó en voz dulce su hermana mayor.
-¡Tú no nos mandas!- respondió el mayor de los tres pequeños con aire burlón.
-Sí, porque soy mayor que vosotros- reclamó la niña, a lo que el pequeño le contestó enseñando la lengua- ¡Mamá!- gritó ella irritada.
-Hijos, haces caso a vuestra hermana- pidió la madre desde la cocina.
-Vale- respondieron los tres al unísono

-¡La comida está lista!- gritó la madre desde la cocina. Todos corrieron a la cocina y se sentaron a la mesa.

Esto eran los momentos que Isabella, la ama de casa, aprovechaba para hablar con sus hijos y saber de su día.

La historia de Isabella era desoladora: ella amó durante años a un hombre. Y el sentimiento era mutuo. Pero por cuestiones de convivencia, los padres de ambos no aprobaron el noviazgo y la relación se rompió. Durante días ella estuvo vagando por la ciudad porque su familia la expulsó de su casa, y entonces descubrió que estaba embarazada del hombre al que amaba. Nueve meses más tarde dio a luz a una hija preciosa, aumentando así la única familia que le quedaba: sus, en ese momento, cuatro hijos.

-¿Qué habéis hecho durante el día chicos?- preguntó la madre rompiendo el hielo.
-Yo he perseguido a una rana- contestó orgulloso el más pequeño de todos.  
-Yo le he ayudado- contestó su hermano mayor.
-Y yo he curado el sarpullido causado por el veneno de la rama- contesto sin entusiasmo alguno Bella.

Su madre sonrió. Sabía que la chica era inteligente y tenía la esperanza de que Bella obtuviese una vida más cómoda que ella.

-Chicos, recordad que no debéis de tocar todos los animales que encontréis en el camino- aconsejó su madre entre risas.
- Porque entonces yo tendré que curaros el sarpullido- respondió la joven.

Todos los mayores rieron. Terminaron la cena y fueron a dormir a sus alcobas.


Yaiza.




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